Lauren Mederos
En la obra general de la artista, perdura la búsqueda constante de un arte puramente intuitivo. Las piezas, se convierten en una representación sumamente surrealista de cuerpos sumidos en la erótica visual. La abstracción construye una narración lineal que deriva en el ideal panóptico, el monocromatismo, las simbologías de carácter sensual y la corporalidad. Despertar el interés oculto del espectador es el comienzo, desde su punto más íntimo, generan un diálogo y expectación inconscientes entre sensaciones, aderezado con una belleza sutilmente implícita. El círculo, como plano sublime y absoluto, existe y se manifiesta en toda forma y representación de la obra, es tomado como el primer y más alto emblema, construyendo una analogía donde se presume que, en cada centro, otro puede ser formado, cuya circunferencia es ilimitada, donde todo fin es un principio. A la vez, alrededor de esta sensibilidad, surge la paradoja de la huidiza perfección, alrededor de la cual, nunca llegan las manos del hombre. Parte de la obra, en contraste y a la vez similitud, realiza una exploración de la psicología mórbida oculta. Las piezas creadas bajo esta inquietud, pretenden irrumpir de forma directa en el plano sensorial, perceptivo y psicológico del espectador, la utilización de la sangre personal, los símbolos de la impureza material e inmaterial, el deseo carnal, progresivos estados de descomposición, que de forma gradual se convierten en un desecho sólido, se conjugan. Al entrar en contacto con las piezas, el espectador se debate entre la repulsión y la atracción, una contradicción de sentidos, la incomodidad ante lo mundano, la reprimida sensatez de negar nuestra innata y perenne inclinación hacia lo considerado impuro.